jueves, 27 de octubre de 2011

Y ¿por qué no escuelas también para las familias?

Siempre que hablamos de educación pensamos en los niños o, como mucho, en chicos y chicas adolescentes que se encuentran en su plenitud de desarrollo. Pero yo no puedo dejar de pensar en las familias que están detrás de esos futuros ciudadanos de primera que tienen la difícil labor de sacar el país adelante. Esas familias ponen todas sus ilusiones en ellos y, en algunos casos, esas expectativas no llegan a hacerse realidad. Esas familias que esperan que sus hijos sean los más preparados, los que destacan, y por alguna razón del azar, sus sueños se ven truncados, sin casi darse cuenta se encuentran que su hijo tiene alguna discapacidad, o cuando ya es adolescente empieza a tener problemas con las drogas, el alcohol, la noticia de alguna enfermedad,... o tantas otras cosas que pueden cruzarse en su camino sin esperarlo. 
¿Están preparadas para afrontar estos nuevos retos? nadie les había avisado de que esto podía pasar. 
Una pregunta que me viene a la cabeza es ¿por qué hay familias que salen adelante y sin embargo a otras les es imposible? 
¿Hay alguna forma de ayudarles? 
Y ¿por qué no "escuelas" para las familias donde se les pueda ayudar a que aprendan a normalizar sus vidas, enseñarles que hay otras formas de vivir? 
La felicidad y la plenitud son posibles desde la aceptación, el cariño y el respeto.
Hace tiempo llegó a mis manos este cuento que escribió Emily Pearl Kinsgley, escritora del programa de TV “Barrio Sésamo” y madre de un niño con Síndrome de Down. "El viaje a Holanda" describe la experiencia de educar a un hijo con necesidades especiales, es una forma positiva de enfrentarse a este tipo de situaciones, a mi me vino muy bien ya que yo también viajé a Holanda:

“Esperar un bebé es como planear un fabuloso viaje de vacaciones a Italia: 
compras muchas guías de turismo y haces unos planes maravillosos: el Coliseo, el David de Miguel Angel, las góndolas de Venecia…También puedes aprender algunas frases en italiano. Todo es muy excitante. 
Después de meses de preparación, finalmente llega el día: haces la maleta y 
estás muy nervioso. 
Algunas horas después, en el avión, la azafata dice: “Bienvenidos a Holanda”. 
“¿Holanda?”, preguntas. “¿Cómo que Holanda? ¡Yo pagué para ir a Italia! Toda mi vida he soñado con ir a Italia.”
Sin embargo, ha habido un cambio en el plan de vuelo, el avión ha aterrizado en Holanda y ahí te tienes que quedar. Así que tienes que salir y comprar nuevas guías de turismo, incluso tendrás que aprender un idioma nuevo. 
Lo importante es que no te han llevado a un lugar horrible: se trata, simplemente, de un lugar diferente. Es más lento y menos deslumbrante que Italia. Pero después de pasar allí algún tiempo y de recuperar la respiración, empiezas a mirar a tu alrededor y te das cuenta de que Holanda tiene molinos de viento, tulipanes, incluso Rembrandts… 
Pero todos tus conocidos están ocupados yendo y viniendo de Italia, presumiendo de los días maravillosos que han pasado. Y durante el resto de tu vida, te dirás: “Sí, ahí es donde se suponía que iba yo. Eso es lo que yo 
había planeado.” 
Este dolor no desaparece nunca, porque la pérdida de este sueño es una pérdida muy significativa. Pero si malgastas tu vida lamentando no haber ido a Italia, nunca podrás ser libre para disfrutar de lo que es especial: las cosas encantadoras que te ofrece Holanda"


2 comentarios:

  1. sí a la escuela de las familias,la mayoría de veces necesitas ayuda para afrontar lo inesperado. Nos han educado en una sola linea,en una sola meta, en un solo camino y el mundo gracias a dios esta lleno de muchos caminos, pero es cierto que necesitamos que nos abran los ojos y nos enseñen.
    Gracias por el texto.

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  2. Sin palabras. Nunca lo había visto de esa manera. Me ha encantado el artículo.

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